25 may 2010

El barroco español

                  Arquitectura Barroca en España





El Barroco en nuestro país es un estilo esencialmente regionalista, no sigue unos patrones universales.

Podemos distinguir el barroco castellano, del andaluz o del gallego, ya que en cada región de España encontramos una modalidad con personalidad propia.

La primera mitad del siglo XVII constituye el inicio de la arquitectura barroca en española. Este primer barroco está muy vinculado a Juan Herrera y a su principal monumento, El Escorial. Los ideales de la Contrarreforma facilitan la pervivencia de este modelo arquitectónico.

Será a mediados de siglo cuando se empiecen a eliminar los vestigios herrerianos y la ornamentación se haga más flexible.

Esto se debe en gran medida a la participación en la arquitectura de hombres polifacéticos, mitad arquitectos, mitad pintores y hasta a veces escultores, como Alonso Cano.


Ya en el siglo XVIII la riqueza y la fantasía decorativas alcanzan su apogeo en las construcciones de la familia Churriguera, Ribera o Fernando Casas Novoa. Es el momento de esplendor de nuestro barroco más castizo y popular.



Pero encontramos también durante este siglo una arquitectura promovida por la corte y la Academia, importada desde Francia e Italia, que es más clásica y academicista. Los Borbones recurrirán a arquitectos franceses e italianos para acometer las principales obras reales, y éstos son los encargados de introducir la nueva corriente. Ejemplo, El Palacio Real de Madrid.

Ambas tendencias, la barroca castiza y la barroca cortesana, convivirán a lo largo del siglo XVIII.

Arquitectos españoles mas importantes

La plenitud del barroco castellano


El genio creador de José de Churriguera rompe con todos los moldes establecidos y alcanza la auténtica libertad expresiva hasta el punto de que se ha denominado churrigueresco a todo el arte barroco que se caracterice por la multiplicidad de ornatos y descoyuntamientos de los elementos tradicionales.

También se le deben el palacio y la iglesia de Nuevo Bartán y el Retablo de San Esteban, en Salamanca, en el que utiliza unas columnas salomónicas gigantescas y que definirá el tipo de retablo que se extenderá a ambos lados de la meseta.A los Churriguera (fueron varios hermanos) se deben importantes obras, como la plaza de Salamanca, la cúpula de la Catedral de Salamanca y un estudio planimétrico de Madrid.





Narciso Tomé es padre de otro grupo de arquitectos decoradores. Su obra principal es el Transparente de la girola de la Catedral de Toledo; allí representa el Don de la Sagrada Comunión a la Humanidad Las tres artes plásticas quedan integradas en una sola por primera vez en el Barroco.



Pedro Ribera es el más importante de arquitecto de todo el barroco español, de insólita imaginación creadora y un excelente ingeniero constructor. Trabaja principalmente en Madrid, ciudad a la que da una inconflundible fisonomía, con lo que se ha dado a llamar a su estilo barroco madrileño. Es esencial en su obra el empleo del baquetón, o moldura cilíndrica muy gruesa que se quiebra o encurva ciñendo puertas y ventanas. Entre sus obras de ingeniería merece especial atención el Puente de Toledo en Madrid.


Pintura barroca española



Durante la época renacentista, la pintura española alcanzó un desarrollo menor que el que se produjo en otros países europeos y, sobre todo, en Italia. De este modo, y con el paso del tiempo, únicamente la obra de El Greco ha alcanzado verdadero renombre internacional. Es por lo tanto evidente que en el siglo en el que Castilla podía considerarse como la primera potencia mundial los focos de innovación y de creación de las novedades artísticas, en la pintura, quedaban alejados de las fronteras españolas.

Sin embargo, en el siglo XVII, con la estética barroca, podemos considerar que la pintura española alcanza su plena madurez. Es bien cierto que con respecto al periodo anterior los focos artísticos europeos se diversifican y que el centro de toda novedad ya no es Italia. Pero, aun siendo importantes las aportaciones españolas en el campo de la arquitectura y la escultura, va a ser en el arte de pintar donde asistamos a una verdadera revolución, por la diversidad de focos artísticos (aunque no haya grandes diferencias entre ellos), por el número de artistas y, sobre todo, por la increíble calidad pictórica que alcanzaron algunos de los autores.

Gran parte de la pintura barroca española, como no podía ser de otra manera, es de tema religioso, dada la influencia de la iglesia católica en las mentalidades y su importancia como cliente. Así pues, los temas mitológicos, el paisaje o las composiciones históricas son muy escasos. Sin embargo, caracteriza a las obras su naturalismo y su tendencia al realismo. Y detrás de todo ello está el interés por representar al país a través de los personajes mostrados en las obras, no sólo los de los grupos pudientes, sino también esos modelos anónimos, los hombres de la calle, cuyos rostros curtidos podemos ver en tantos cuadros, la sociedad en suma, vista desde múltiples ópticas.

Siempre solemos creer que la nómina de pintores barrocos españoles se reduce a sus primeros espadas: Zurbarán, Murillo y, sobre todo, Velázquez. Sin embargo artistas como Ribalta, Ribera, Valdés Leal, Carreño de Miranda, Claudio Coello y otros tantos han de ser tenidos en cuenta a la hora de valorar lo que la pintura española fue capaz de desarrollar en el siglo XVII: una mirada profunda, y muchas veces crítica y aguda, sobre la sociedad de su época. Es evidente que, en este sentido, el genio de Velázquez luce de tal manera que eclipsa a todos los demás. Pero entenderemos mejor la pintura barroca si, alejados de ese deslumbramiento que las obras de Velázquez nos producen, volvemos nuestra mirada sobre los otros artistas y somos capaces de valorar lo que entonces se hizo en pintura.

En definitiva, es correcto decir que en Velázquez encuentra su cumbre la pintura barroca, pero resulta igualmente válido afirmar, en un sentido más general, que en el barroco la pintura española alcanzó su momento álgido. Había llegado la madurez. Y este hecho coincidió, aunque no es mera coincidencia, con un momento en el que también llegaba el declive al país. Un país todavía inexistente en el que el arte (sobre todo la pintura), al igual que la literatura, alcanzó la primera posición en cuanto a las realizaciones culturales se refiere

La obra de Valdés Leal

Uno de los más importantes pintores españoles de la época barroca, es el sevillano Juan de Valdés Leal (1622-1690), un pintor de tendencia tenebrista y gusto por lo dramático, típicamente barroco. Valdés se hizo hermano de la Hermandad de la Santa Caridad de Sevilla, institución dedicada al auxilio de pobres, enfermos y moribundos. Precisamente, por encargo de Miguel de Mañara, fundador de dicha institución, realizó dos de sus cuadros más famosos, conocidos con el nombre de ‘las postrimerías’.

Bartolomé Esteban Murillo

¿Qué sucede en una familia de clase media andaluza, en el siglo XVII, cuando fallece el padre, dejando tras de sí a una viuda, que muere a los pocos meses, y catorce hijos? Esta enorme tragedia familiar le sucedió al sevillano Bartolomé Esteban Murillo (1.617-1.682), el menor de la familia, quien perdió a su padre con nueve años y a su madre con diez. Del niño acabó haciéndose cargo una de sus hermanas mayores, que le envió a aprender pintura a uno de los talleres existentes en la ciudad.

En esa infancia difícil se forjó el carácter de Murillo quien sin embargo hacia 1645 era ya un pintor de relativa importancia, que recibía encargos propios, de cierto interés. Ya para entonces la mayor parte de sus cuadros eran de tema religioso, destinados a las iglesias y conventos de la ciudad. En este tipo de obras basó Murillo su prestigio y su fama, destacando sobre todo como pintor de inmaculadas, tema al que dedicó varias de sus obras, en las que definió un tipo de virgen caracterizada por sus rasgos juveniles, su dulzura y la presencia de unos fondos luminosos.

zurbaran


Santa Águeda (o Santa Ágata) nació en Italia hacia el año 230. De joven la distinguían su fe cristiana y su gran belleza. Atraído por ella, el cónsul Quintiliano procuró conseguir sus favores, pero fue rechazado por la doncella. Ni siquiera la hizo cambiar de opinión el que la encerrasen durante un mes en un prostíbulo, buscando que se contagiase de las rameras que allí se ocupaban.
Así pues, el cónsul la envió a una celda y la sometió a tortura. Tras pasarla por el potro, sus sicarios le arrancaron lentamente los pechos. Sin embargo, Águeda recibió el auxilio de San Pedro, que por la noche se le apareció en su celda y la sanó de sus heridas, hasta el punto de recuperar los pechos amputados.
Cuando el cónsul reparó en la milagrosa curación, ordenó que la mártir fuese quemada en la hoguera. Ya en la pira, un terremoto provocó las iras del pueblo, que achacó el seísmo a la crueldad de Quintiliano con la joven. Así pues, ésta fue devuelta a su celda donde, finalmente, murió sin perder su virginidad y habiéndose mantenido fiel a Jesús.


El martirio que, brevemente, acabo de describir, es uno de los temas que más atrajo al pintor Francisco de Zurbarán (1598-1.664), nacido en Fuente de Cantos (Badajoz) pero trasladado de joven a Sevilla, donde aprendió el oficio de pintor y donde se estableció definitivamente en 1629. Aquí conoció a Velázquez, quien más tarde lo reclamó a Madrid para que participase en la decoración del Alcázar de los Austrias. Tras su regreso a Sevilla, Zurbarán pasó unos años dedicado a pintar sobre todo obras de tipo religioso para los numerosos conventos de la ciudad y de su área de influencia. Años después el pintor regresaría de nuevo a la Corte, instalándose en Madrid, donde finalmente murió.

José de Ribera, el ‘Spagnoletto’.


He aquí a un pintor español, José de Ribera (1591-1652) que se trasladó a Italia en plena juventud y que ya prácticamente no regresó más a nuestro país. Este hecho marcó profundamente su trayectoria artística, porque en Italia pudo conocer las obras de los grandes autores del Renacimiento, pero también la de Caravaggio, que influiría enormemente en su producción. Ribera acabó asentándose en Nápoles, que entonces pertenecía a la corona aragonesa, consiguiendo el apoyo de los virreyes, hasta el punto de alcanzar un status parecido al de los pintores de cámara.

21 may 2010

               Carlos II el fin de los autrias



Siempre he tenido un enorme respeto para estudiar a Carlos II como enfermo pues si cualquier personaje de los que hemos publicado tuvo un padecimiento fortuito o circunstancial como puede ser un traumatismo, una infección o una neoplasia, el último monarca de los Austrias fue un enfermo desde el mismo instante de su concepción hasta su muerte.
Una alteración cromosómica congénita que conocemos como Síndrome de Klinefelter, de decisiva trascendencia en este caso y una serie de problemas sanitarios, educacionales, ambientales, políticos y personales influyeron en aquel pobre tarado. Un último cohete de ese gran artificiero que fue Felipe IV culminaba con su sobrina la archiduquesa Mariana de Austria, la que fuera prometida de su hijo Baltasar Carlos, aquella “bárbara consanguinidad” de que decía Marañón. Doña Mariana y Felipe IV ya habían tenido cinco hijos: los dos primeros, niño y niña, murieron pronto; Margarita la gentil princesita de Las Meninas, casó con su primo el Emperador Leopoldo I de Austria y Felipe Próspero, que de lo segundo tuvo poco, murió a los cuatro años el l de noviembre de 1661, pérdida que se borró en menos de una semana pues el domingo 6 de noviembre nació “un robusto varón, de hermosísimas facciones, cabeza proporcionada, pelo negro y algo abultado de carnes” según apareció escrito del modo más adulatorio posible en la “Gazeta de Madrid”, cosa totalmente diferente de lo que comunicó el Embajador de Francia a Luis XIV pocos días después: ”El Príncipe parece bastante débil; muestra signos de degeneración; tiene flemones en las mejillas, la cabeza llena de costras y el cuello le supura” y más adelante, ”asusta de feo”.
No mucho cambió el aspecto de aquella criatura en años sucesivos que sólo conservó la cabeza grande. No menos de catorce amas de cría “titulares” y otras tantas “de respeto” elegidas entre 62 candidatas, le alimentaron durante cuatro años y no continuaron mas porque pareció indecoroso que el rey de España, puesto que ya lo era por haber muerto Felipe IV, estuviera todavía en el periodo de lactancia. A pesar de ese régimen, el niño era enclenque, no sabía hablar y tenía frecuentes catarros y diarreas. Otra cosa muy grave era su escasa musculatura pues hasta los seis años no pudo andar ni casi mantenerse en pie lo que nos permiten diagnosticarle un raquitismo carencial por falta de Vitamina D, agravado porque apenas le sacaban al aire libre y menos a tomar el sol por el temor a los enfriamientos. Como patología infecciosa diremos que además de los padecimientos bronquiales, a los 6 años tuvo sarampión y varicela; a los 10, rubeola y a los 11, viruela. Añádanse a esto, ataques epilépticos hasta los 15 que reaparecieron al final de su vida.
Pero lo más preocupante era su escaso desarrollo intelectual. Fue Carlos II un débil mental que solo pudo comenzar a hablar de modo inteligible a los diez años y nunca supo escribir correctamente; los maestros que le pusieron, ciertamente auténticos “pozos de ciencia” pero malos educadores, tampoco pudieron sacar mas partido de aquel cerebro estrecho y de otra pésima cualidad, la abulia y falta de interés absoluto por el estudio. Y sin embargo, a pesar de ese comportamiento estúpido que en vez de acudir a los Consejos, le hacía irse a la cocina para ayudar a preparar postres, a sus reacciones de cólera imprevistas, a su afición por el chocolate, que como asegura el Prof. Alonso-Fernández le llevó a una adición monoalimentaria de “chocoholismo”, sin embargo y a pesar de todas esas deficiencias, tuvo un enorme sentido de la Religión y sobre todo de la Realeza
                                   felipe IV

Felipe IV (Valladolid, 1605 - Madrid, 1665), hijo de Felipe III y Margarita de Austria, reinó entre 1621 y 1665, tras el inesperado fallecimiento de su padre el 31 de marzo, recién cumplidos los 16 años. En 1608 juró como príncipe y futuro rey de España (concepto que incluía Portugal, con su extenso imperio). Desde los reyes visigodos solamente Felipe III y él mismo tenían tal título. Como heredero recibió una educación propia de su rango, mostrándose despierto en el aprendizaje del oficio real. Por los intereses de la monarquía se concertó su primer matrimonio con Isabel de Borbón (1615), a una edad muy temprana, con 10 y 12 años, respectivamente. En 1648 se casó con Mariana de Austria y de ambos matrimonios nacieron doce hijos, de los que solamente tres sobrevivieron: María Teresa (futura esposa del rey de Francia, Luis XIV, cuyo matrimonio permitió el acceso de los Borbones al Trono de España), Margarita Teresa y el futuro Carlos II. Además tuvo varios hijos naturales, siendo el más célebre Juan José de Austria (1629-1679), fruto de una relación con una conocida actriz, la comedianta Josefa Calderón.
     El monarca fue un mecenas de las artes y las fiestas en la Corte, promoviendo la creación literaria, artística y teatral. Al igual que Felipe III, el monarca cedió los asuntos de Estado a la figura de los validos como favoritos reales, entre los que cabe destacar el Conde-Duque de Olivares (1621-1643), que intentaron acaparar las principales funciones del gobierno de la Monarquía. Los influyentes personajes de la Corte confiaban que el nuevo soberano llevaría a la monarquía hispánica a recuperar el prestigio y poder de tiempos pasados. Pronto se desvanecieron las expectativas ya que el monarca no se adaptó al modelo burócrata de Felipe II.
     El reinado de Felipe IV, que intentó tener un carácter reformista, afrontó una recesión económica, con cuatro bancarrotas de la Real Hacienda (1627, 1647, 1656 y 1662). La crisis económica, que también se dejó sentir en Europa, tuvo una mayor repercusión en España por los elevados costes financieros de la política exterior que provocó una subida de impuestos, la retención de las remesas de metales preciosos de las Indias, la venta de juros y cargos públicos, revueltas contra el centralismo castellano,...
     La agresiva política exterior de Olivares en Europa pretendía mantener la hegemonía española en el continente, y para ello no se escatimaron recursos contra los dos conflictos principales (las Provincias Unidas y Francia): Tregua de los Doce Años con las Provincias Unidas (1621), rendición de Breda (1624-1625), Guerra de los Treinta Años (en apoyo de los Habsburgo austríacos), Guerra de Sucesión de Mantua (1629-1631), conflictos bélicos con Inglaterra y Francia,...
     La política exterior del Conde-Duque tuvo repercusiones negativas en el ámbito nacional. Los reinos de la Corona de Aragón se rebelaron cuando se les reclamó una aportación para financiar las campañas europeas; en 1640, el Principado de Cataluña (los segadores congregados en Barcelona con motivo de la procesión del Corpus Christi se sublevaron y, tras asesinar al virrey, proclamaron la secesión de Cataluña) y Portugal se sublevaron contra Felipe IV, motines que produjeron la caída del Conde-Duque, sustituido por Luis de Haro. El Tratado de Westfalia (1648) reconoció la independencia de las Provincias Unidas mientras que por la Paz de los Pirineos (1659) España cedía a Francia el Rosellón, parte de Cerdaña y los Países Bajos.
     En los últimos años del reinado, la Monarquía está sumida en una profunda recesión y crisis, en la que la autoridad real estaba cuestionada por amplios sectores sociales, además de las campañas militares contra Francia e Inglaterra. En el mismo año que muere Felipe IV (1665) se produce la derrota de España ante Portugal. Los 44 años de reinado de Felipe el Grande sellan la pérdida de la hegemonía española en Europa ante la indiferencia de una empobrecida población.
     En el marco de los actos conmemorativos del IV centenario del nacimiento del monarca, la Real Academia de la Historia celebra en abril de 2005 un ciclo de conferencias, que han sido recopiladas en Felipe IV. El hombre y el reinado. Según su coordinador, José Alcalá-Zamora y Queipo de Llano, se ha pretendido revisar la personalidad y obra de Felipe IV frente a las ideas defendidas por los historiadores que califican este reinado bajo la denominación de «Austrias menores». Según Alcalá-Zamora, «pese a los errores y fracasos de la política de su reinado, éste fue uno de los más decisivos y, tal vez, el momento mayor de nuestra historia cultural. Si no aplausos entusiastas, la figura de Felipe IV sí merece interés y respeto, un rey contradictorio, al igual que la España que le tocó vivir, aquella España tan piadosa como pecadora, tan triunfante como anunciadora de su próximo declive, tuvo su reflejo en un monarca atractivo e inteligente, pero débil de carácter». No se debe olvidar que Felipe IV recibió una esmerada educación y su gran curiosidad le acercó a muchas ciencias y saberes, de ahí que formara una magnífica biblioteca, con varios millares de títulos. Además, también fue un gran coleccionista de pinturas, que con el paso del tiempo serían el núcleo del Museo del Prado. Todo ello hizo que Felipe IV fuera un generoso mecenas; así, las artes, las ciencias, las letras y la política fueron sus preocupaciones básicas durante el reinado.

18 may 2010

felipe II


                                   felipe II


Felipe II, el Prudente, nació en Valladolid el 21 de mayo de 1527, hijo del emperador Carlos V y de Isabel de Portugal. Ya desde muy joven fue preparado para ser rey; de ello se encargaron Juan Martínez Silíceo y Juan de Zúñiga. Su padre también le educó y preparó en política y diplomática, dejándole como regente durante sus ausencias en 1543 y 1551.

Asumió el trono español tras la abdicación de Carlos I en 1556 y hasta 1598 gobernó el vastísimo imperio integrado por Castilla, Aragón, Cataluña, Navarra, Valencia, el Rosellón, el Franco-Condado, los Países Bajos, Sicilia, Cerdeña, Milán, Nápoles, Orán, Túnez, Portugal y su imperio afroasiático, toda la América descubierta y Filipinas.

Después de viajar por Italia, los Países Bajos y ser reconocido como sucesor regio en los Estados flamencos y por las Cortes castellanas, aragonesas y navarras, se dedicó plenamente a gobernar desde la Corte madrileña con gran empeño.

La monarquía de Felipe II se apoyaba en un gobierno de consejos, secretarios reales y una poderosa administración centralizada aunque las bancarrotas, las dificultades económicas y los problemas fiscales fueron las principales características del reinado.

Los problemas internos del reinado de Felipe II están marcados principalmente por dos hechos: la muerte en 1568 del príncipe heredero Carlos, que había sido arrestado debido a sus contactos con los miembros de una presunta conjura sucesoria promovida por parte de la nobleza contra Felipe. La figura del secretario Antonio Pérez fue muy notoria en el Gobierno hasta que fue destituido y acusado de corrupción.

En política exterior, el monarca se preocupó en mantener y proteger su Imperio; prueba de ello fueron los matrimonios que contrajo: se casó por primera vez con María de Portugal en 1543 y tras su muerte, con María I Tudor, reina de Inglaterra, en 1554. Su tercer matrimonio fue con la francesa Isabel de Valois en 1559 y al quedarse nuevamente viudo y sin herederos varones, se casó por cuarta vez, en 1570, con su sobrina Ana de Austria, madre del sucesor al trono español, Felipe III.

La unidad religiosa estuvo muy presente en todos los aspectos de la vida de Felipe II, unidad de una fe que se veía amenazada por las incursiones berberiscas y turcas en las costas mediterráneas. Para hacer frente al Imperio Otomano se constituyó la llamada Liga Santa integrada por una serie de Estados como Venecia, Génova y el Papado.

En 1565, a pesar de la victoria frente a los berberiscos en Malta, continuó la hostilidad con los otomanos. Don Juan de Austria, al mando de la flota naval, obtuvo una gran victoria, aunque no la definitiva, en la batalla de Lepanto en 1571. En el interior peninsular también se produjeron sublevaciones moriscas como, por ejemplo, en las Alpujarras granadinas.

Felipe II Durante su reinado, Felipe II tuvo que afrontar numerosos conflictos externos: España luchó con Francia por el control de Nápoles y el Milanesado; y debido al elevado gasto económico de estas pugnas, pactaron la paz en Cateau-Cambrésis en 1559.

Las relaciones con Inglaterra y la lucha de ambos países por el control marítimo chocaron a partir de la muerte de la esposa de Felipe II, María Tudor. La hostilidad concluyó en 1588 con la derrota de la Armada Invencible, capitaneada por el duque de Medina-Sidonia, hecho que marcó el inicio del declive del poder naval español en el Atlántico.

Tampoco pudo solucionar el conflicto político-religioso generado en los Países Bajos. Ninguno de sus gobernadores consiguió mitigar la sublevación de los Estados Generales y la definitiva emancipación de Holanda, Zelanda y el resto de las Provincias Unidas.

A pesar de todos estos problemas, Felipe II logró un gran triunfo político al conseguir la unidad ibérica con la anexión de Portugal y sus dominios, al hacer valer sus derechos sucesorios en 1581 en las Cortes de Tomar. Completó la obra unificadora iniciada por los Reyes Católicos. Se apartó la nobleza de los asuntos de Estado, siendo sustituida por secretarios reales procedentes de clases medias al mismo tiempo que se dio forma definitiva al sistema de Consejos. Se impuso prerrogativas a la Iglesia, se codificaron leyes y se realizaron censos de población y riqueza económica.

felipe III

                                                                         felipe III


Nació el 14 de abril de 1578 en el Alcázar de Madrid siendo el último hijo sobreviviente de Felipe II y Ana de Austria, ya que fue el cuarto de los cinco hijos del cuarto matrimonio de Felipe II con la archiduquesa Ana de Austria.

A la muerte de su padre, en septiembre de 1598 ocuparía el trono de España y Portugal, ya que Felipe II consiguió la unidad ibérica en 1581 con la anexión de los territorios de Portugal a la corona española.

En abril de 1599 contrajo matrimonio con su prima Margarita de Austria, con la que tuvo ocho hijos.

Durante su reinado, el sistema de gobierno fue el mismo que el de los primeros Austrias, aunque pronto se sustituyó por el poder delegado en un valido, debido a la insuficiente capacidad del monarca. Así, desde el comienzo de su reinado, el monarca puso los asuntos de Estado en manos de su valido Francisco de Sandoval y Rojas, marqués de Denia y, más tarde, duque de Lerma. Fue el primero de la serie de validos que rigieron los destinos de España a lo largo del s. XVIII.

Entre 1601 y 1606 la Corte se estableció en Valladolid.

Aunque continuó la política de hostilidad con los turcos otomanos, y se enfrentó a la enemistad habida con la República de Venecia y el ducado de Saboya, la política exterior de Felipe III se orientó hacia la pacificación.

En 1609 se firmó la Tregua de los Doce Años con los Países Bajos, que representaba el reconocimiento oficial de la existencia de Holanda. Esta paz permitió al gobierno enfrentarse con el problema de los moriscos, cuya integración en la sociedad española se había hecho muy difícil tras las sublevaciones de las Alpujarras, siendo ese mismo año, 1609, cuando decidió su expulsión por motivos religiosos y de seguridad interior.

Pero este periodo de paz finalizó en 1618 al comenzar la guerra de los Treinta Años en la que España apoyó al emperador Fernando II de Austria contra el elector del Palatinado, Federico V.

También en 1618 y debido al deterioro de la situación política y la crisis económica Felipe III se vio obligado a sustituir a Lerma por su hijo, el duque de Uceda, pero limitándole en sus funciones y por tanto, restándole poder.

El reinado de Felipe III supuso el mantenimiento de la hegemonía española en el mundo, pero sus dificultades económicas y la cesión del gobierno a privados o validos predecía ya el declive del Imperio.

El 21 de marzo de 1621, atacado de fiebres y de erisipela, expiró Felipe III, a la edad de cuarenta y tres años y tras veintidós de reinado.

13 may 2010

todo sobre carlos I de españa y V de alemania

 Carlos V.


Aglutinará en su cabeza un número de estados sin precedente en la Historia europea. Su proclamación como rey de Castilla y Aragón (1516) no sentó bien a España.

Problemasmas tras su nombramiento como rey.

Desaires a los regentes nombrados por Fernando (Cisneros y Alonso de Aragón, juventud, desconocimiento de la lengua. Las Cortes castellanas, aragonesas y catalanas se mostraron reticentes a procalmarle rey. El ambiente se enrareció más cuando se hubo de afrontar los gastos derivados de su aspiración al Imperio. La marcha de Carlos fue seguida del estallido de las Germanías y las Comunidades.

 Revueltas: Germanías y Comunidades.


Germanías: revuelta de menestrales valencianos contra una nobleza corrompida. No triunfaron por su falta de apoyo en el campo. Comunidades: el predominio de factores políticos es evidente. Fueron la expresión de disgusto de la clase media urbana. Los grandes no se dejaron arrastrar, el pueblo actuó de comparsa de los protagonistas: caballeros, hidalgos, letrados, mercaderes, artesanos, clero. Pretendían el regreso a la situación de equilibrio conseguida con los Reyes Católicos. Querían una monarquía cuya columna vertebral fuera la burguesía. Les faltó una jefatura eficaz y desde Alemania Carlos tomó decisiones inteligentes:


· Anulación de las decisiones más impopulares.


· Atrajo a su bando a los grandes.


 La batalla de Villalar (1521) fue el término lógico de aquel proceso. Consecuencias:


1. Nada se opondrá a la consolidación de un absolutismo monárquico en Castilla.

2. Los municipios quedaron en manos de regidores perpetuos que compraron su cargo a la Corona.

3. Los nobles serán sus grandes aliados.
4. El monarca dejará de considerar a España como una presa y la asociará a sus proyectos.




 Relaciones internacionales
Conflictos con Francia.

 Al tradicional antagonismo de Francia y España se unirá el personal entre Carlos V y Francisco I por la posesión de Italia. Derrota francesa en Pavía (1525), y tratado de Madrid (1526): renuncia francesa al Ducado de Borgoña y a Italia. Francia no cumple las condiciones forma la Liga Clementina (Papa, Inglaterra y varias ciudades italianas) contra Carlos V.- Saqueo de Roma (1527), deserción de Génova de la Liga y paz de Cambray: renuncia francesa a Italia y de Carlos V a Borgoña. La sucesión del Ducado de Milán desenadena una nueva guerra entre ambos. Francia invade el Piamonte y el Emperador Provenza, el agotamiento mutuo hace que se firme la tregua de Niza (1538). La tregua es rota 4 años después por Francisco, que se aprovecha del fracaso de Carlos en Argel e invade los Países Bajos. El emperador se alía con Inglaterra, pero la aparición de problemas en Alemania (Liga Smalkalda) le obligan a firmar la paz de Crépy (1544).




 Crisis de la Reforma.

 El Emperador intentó atajar la expansión por todos los medios posibles. Se enfrentó a ellos en la batalla de Mülhberg (1547), pero a pesar de su victoria el entendimiento fue imposible.- Los protestantes se aliaron con el nuevo rey francés Enrique II que ocuparía varias sedes episcopales (1552) Se concertará la paz de Augsburgo, que establecerá la división entre católicos y protestantes (1555). Finalmente tuvo que reconocer la soberanía francesa de los obispados en la tregua de Vancelles (1556).
 Organizó un Concilio para reorganizar el catolicismo y evitar la propagación del protestantismo (Trento 1545-1563).






 Rivalidad con el Imperio Turco.


 El imperio Otomano inició una ofensiva por los Balcanes que le llevó a la conquista de Hungría (Mohacz, 1526) y al asedio de Viena. En el Mediterráneo el Emperador tuvo éxitos aislados (Túnez, 1535), combinados con decisivos reveses (Argel, Trípoli y Bugía). Al final de su reinado Carlos hubo de reconocer la hegemonía turca sobre el Mediterráneo.